La Copa Libertadores es un torneo desigual, durante medio siglo de competición ha sido dominada históricamente por equipos argentinos, además, el formato actual favorece a mantener esa tendencia. Las federaciones con mayor peso (Argentina, Brasil y Uruguay) toman las decisiones importantes, lo cual deja a los clubes de otros países en clara desventaja. Aún así, la representación venezolana durante la última década ha escalado hasta instancias destacadas. La presente edición de la Copa presentó un panorama duro para nuestros equipos, el sorteo emparejó al Caracas F.C. contra un "peso pesado", Peñarol, en la llave G3 de la fase previa. Esta eliminatoria se definió en el partido de ida en Uruguay (4-0) gracias al oportunismo de los hombres de Peñarol para capitalizar cada error de los "rojos del Ávila". El global fue 5-1 a favor de los australes; personalmente, creo que el balance de goles no refleja la distancia futbolística entre ambos equipos, pero las sensaciones no cuentan en las estadísticas finales; nuestro país se quedó para la fase de grupos con sólo dos representantes: Zamora y Deportivo Táchira los cuales accedieron de forma directa por ser los campeones (clausura y apertura, respectívamente) de Venezuela. Ambos conjuntos llevan un paso irregular en el actual campeonato doméstico y se encuentran en procesos de renovación.
El Zamora quedó en el grupo 4 junto a Fluminense de Brasil, Boca Juniors y Arsenal (ambos de Argentina). De antemano se puede pronosticar como bastante difícil, como si eso fuese poco, antes del primer partido del pasado 14 de febrero contra Boca, el alcalde de Barinas decidió entregarle las llaves de la ciudad a Juan Román Riquelme. Las declaraciones de rechazo por este homenaje a un jugador rival no se hicieron esperar por parte de periodistas y atletas venezolanos (nadie niega la grandiosa carrera del argentino, más el momento del gesto fue totalmente inapropiado), la frase colocada en Twitter por Tomás Rincón resume la impertinencia del asunto "…no existe en los códigos del fútbol". El desarrollo del partido fue bastante aburrido, se saldó con un 0-0 celebrado (¿?) por los locales – con fuegos artificiales incluidos al final del partido – lo cual obliga al conjunto barinés a ganar al menos un partido fuera de casa y a mantener inmaculado su patio en los encuentros venideros si pretende mantener sus aspiraciones de clasificación a la siguiente ronda. El partido también tuvo repercusiones en Argentina, dando lugar a luchas internas dentro del vestuario del equipo de Buenos Aires.
Por otra parte, el Deportivo Táchira enfrentó el pasado miércoles 15 de febrero a un contrincante difícil, Corinthians de Brasil. El "carrusel aurinegro" dejó escapar la victoria en el tiempo añadido por el gol de Ralf, después de haberse adelantado en el marcador a través de Sergio Herrera (min. 21) y contar con varias ocasiones de contragolpe para liquidar el partido. Tanto directivos como aficionados tachirenses mostraron su inconformidad por la actuación del colegiado colombiano Wilmar Roldán, sin embargo, mi opinión particular es que el Deportivo hizo un buen partido y tuvo la victoria en sus manos, no se puede "perdonar" tanto a un rival histórico con semejante cartel (sin caer en complejos de inferioridad y sin restarle méritos a los brasileños quienes contaron con al menos cuatro ocasiones claras para nivelar el marcador, especialmente en los segundos 45 minutos), claro, igual la duda permanece en cuanto a ciertas decisiones arbitrales pero no deben tomarse como excusa. Los otros dos rivales del Táchira también presentan escuadras bastante fuertes: Cruz Azul de México y Nacional de Paraguay.
Me gustaría que ambos equipos pasaran de ronda, siendo realistas, veo al Deportivo Táchira con mayores chances que el Zamora, no obstante, el club de Barinas ha comenzado a dedicar mayores esfuerzos al desarrollo de sus divisiones inferiores, fundamental para el futuro de la institución, igualmente, cuenta con una plantilla sin muchos nombres y equilibrada en todas sus líneas. Ya veremos si les alcanza.
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